jueves, 25 de octubre de 2012

MACARIO DA GRIPE

Bilingue história contada em quadras
Un relato de 341 palabras
Quero cantar, ser alegre
que a tristeza não faz bem
que eu nunca vi a tristeza
dar de comer a ninguém.
Cantigas tradicionais jorgenses.

0
Introdução
Eu nasci em Olivença, e  sou um rapaz bem feito, 
mas tenho gripe,  doença que limita-me no leito.

1
Macario e gripe
Tengo una gripe en simienza, y otra gripe que se va: una viene de Olivenza, la otra duerme en el sofá. Tengo una gripe agachada, y otra gripe del revés: una esconde mi mirada, la otra fala em Português. Tengo una gripe que avanza, y otra gripe con pijama: una se esconde en mi panza, la otra se va a Guadarrama.

E eu queria ficar na cama, mas...

2
Macario e o notário
- ¿Adonde vas hoy Macario, que se te asoma el disfrute?
- Voy a casa del notario para que me endose un chute.

- ¿Adonde vas hoy Macario? ¿Y esa sonrisa ladina?
- Voy a casa del notario a por una papelina.

- ¿Adonde vas hoy Macario, con los ojos chiribitas?
- Voy a casa del notario a echarnos unas rayitas.

- ¿Adonde vas hoy Macario, si es la hora de la cena?
- Voy a casa del notario a que me la meta en vena.

Ultimamente eu moro na casa do notário, que gosta muito de mim. É muito mais prático,  e bem eu espero terminar em breve com a gripe...

3
Reflexo do notário
Tenho um amigo invisível, e uma mulher que dá infarto, e um yunkie pouco plausível que dorme bem em meu quarto. Tenho um amigo invisível, e um saco muito moderno, e um yunkie pouco plausível que lhe fica bem meu terno. Tenho um amigo invisível, e um consultor financeiro, e um yunkie pouco plausível que derrama o meu dinheiro.
... Mas ...eu o amo tanto!

4
Posfácio
Eu nasci em Olivença, e  sou um rapaz bem feito, e aínda sou uma pertença do notário, em meu proveito.

5
Lição
Que la crisis nunca llega al que tiene buen oficio, aunque la gente borrega se empeñe en llamarle vicio.



Entrou pelo bico do pato, saiu pelo bico de pinto, quem quiser que conte cinco.

Narciuß
03.02.2011
Relatos por palabras

domingo, 19 de agosto de 2012

CERO ELÉCTRICO

Un relato de 260 palabras

Estoy triste. No es ya la sensación del tibio viaje en metro. Estoicos madrileños. Ni el dardo del zigzag del pulso vacilante del metrero. Ni esos chirridos secos. Ni esa anciana atrapada entre tanto momento de inercia traicionero. En el síndrome existencial de un funcionario de las catacumbas.

Ni esos viejos pasillos desconchados. Siempre en perpetuo arreglo. Desgajados. Que tantas reflexiones y tropiezos, desganas, ascos, singladuras, sueños, etilias y despojos, miedos... compartieron conmigo y aún siguen compartiendo.

Ni esos largos pasadizos tan ajenos que paso de puntillas. Que recorro encogido entre cuerpos de azabache. Ebúrneos. Impertérritos. Dédalos imposibles, colonizados por charcos de colores hilerados, veteados de irisaciones y reflejos. Apretados. Repletos de sorpresas esquinadas. De ojos profundos. De ofertas de silencio.

Ni ese regreso lento y pesaroso cuando ya cae la tarde, cuando todos se van o se están yendo. En vieja soledad. En mi sudor obrero. No. No es eso. Estoy triste porque cuando acaba el viaje subterráneo, y subo las escaleras y asomo al pavimento, veo árboles polvorientos, aceras levantadas, socavones inmensos, y esa máquina sorda extendiendo el asfalto a un lado del trayecto.

No hay taxis, ni niños, ni guiñoles, ni mendigos, ni palomas, ni mirlos, ni soldados, ni viejos, ni sonrisas, ni sueños. Ni ningún bar abierto donde comprar tabaco.

Ni el sol encuentra donde tomarse un buen refresco. Es agosto. Estoy solo y sediento. La luna sin alma, entre dos luces, se hunde en el cemento. Y cuando llego a casa y enciendo el aire acondicionado siempre se va la luz en todo el barrio.


Narciuß
12.10.1995
Relatos por palabras

jueves, 5 de julio de 2012

PLUS MENTAL

Un relato de 332 palabras

Mi padre siempre fue un enamorado de las matemáticas, y, por esa sencilla razón, desde mi más tierna infancia fui preparado de manera intensiva y continua en la disciplina del cálculo mental, llegando a alcanzar, antes de la pubertad, un nivel extraordinario, lo que me dio el sobrenombre de BabyPlus.

Sin embargo, por más que me esforzaba, nunca conseguí superar a mi instructor, el profesor BaiNi (DosPorDos), un enamorado de la lógica vacía que mi padre había rescatado de un suburbio de Tokio una noche de amor y displicencia: la noche en la que celebraba ad líbitum el contrato millonario de su patente estrella, el Tubo Gaussiano Bipolar de Descarga de Números Primos…

Yo era el prodigio. Ganaba todos los concursos. Superaba todos los retos que se me planteaban. Era un valor seguro en las apuestas… Pero cuando regresaba de mis viajes y me volvía a encontrar cara a cara con DosPorDos siempre se me venía el cielo abajo y acababa reducido a cenizas. Su poderío bloqueaba mi intelecto. Y nunca tuvo piedad de mí…

Pese a todo, tantos años juntos e imbricados nos habían convertido en una pareja irrepetible. Indisoluble. Quizás por ello, tras la Modificación Radical de las Disciplinas Olímpicas, decidimos participar como pareja en la modalidad de Gimnasia Mental Asimétrica Coordinada…

Fue todo un acontecimiento. BabyPlus y un reaparecido BaiNi enfrentándose a todas las parejas superdotadas del Consorcio… Nos clasificamos con brillantez y llegamos a la final en medio de un clamor espectacular. Era algo increíble. Habíamos subido a lo más alto y al fin íbamos a poder medirnos con la colosal e indestructible computo-pareja Apple-Macintosh.

Pero todo se vino abajo cuando DosPorDos dio positivo en un control rutinario de Glutamina Masiva Intergaláctica: mientras, sin salir de mi asombro, yo empezaba a encontrar respuestas a las oscuras preguntas que asolaban el silencio apagado de mi alma, DosPorDos, preso de un ataque de ansiedad e incardinado en su hiper-espacio cardinal, se hacía el harakiri con el lápiz de su PDA.


Narciuß
11.08.2008
Relatos por palabras

miércoles, 4 de julio de 2012

EL APERITIVO

Un relato de 85 palabras

Te quiero, churri: eres superchachi…’, dijo Paulino pletórico mientras miraba de reojo su pelo corto y engominado en el cristal de la barra de la cervecería Cruz Blanca... 

‘¿Si…? Pero… ¿por qué? O sseaa… ¿qué has visto en mí?’, le contestó Leti, gesticulando sonriente y dulcemente inquieta y llevándose el pelo hacia atrás a ambos lados con las manos abiertas.

‘Nada, ¿ssabess…? El amor es irracional, ¿entienndess…?’, le respondió Paulino sonriendo con convicción.

‘¿Me lo dices en sserio...? ¡Qué fuerte!’

‘Te lo juro por Snoopy…’

Narciuß
26.07.2008
Relatos por palabras

jueves, 31 de mayo de 2012

LAS PALABRAS

Un relato de 434 palabras

Cada vez que me enfrento a las palabras riño con ellas. Me balanceo entre ellas. Amaso sus dudas. Las aliño. Las sobo. Las intuyo. Quiero comprender sus titubeos. Sus paradojas… Su mensaje. Su todo o su nada. Me esfuerzo en darles forma. Amago el credo de sus letras. Lo ingiero. Lo como. Lo mastico. Lo contemplo… Lo bebo en otras bocas. Lo poseo…

Las propuestas son mías. Las conozco. Sé cómo son… Las siento… Pero las palabras me contemplan. Me inquietan. Esquivan mis ideas. Me conocen. Conocen mis preguntas. Mis trazos. Mis requiebros. Mis fantasmas. Mis deseos… Las rutas de mis fábulas. De mis narraciones. Y me ponen barreras. Se ríen de mis escenas. De mis hallazgos. Con su guasa. Su absurdo. Me esconden el remanso. El trazo contenido. Estético. Correcto. Descomponen el nudo de mis párrafos. Rompen el desenlace de la historia…  Se resisten al final evidente. Al final verdadero…

Ayer, por ejemplo, fui a la Academia a intentar registrar varios neologismos adverbiales que uso frecuentemente y las palabras oficiales, cuando se enteraron, se pusieron muy nerviosas. Pensaban que con mi presencia alguna de ellas sería investigada por su mal hacer. Por su falta de concreción… Y cerraron filas frente a mí. No pude ni rellenar el impreso de solicitud. Nadie parecía entenderme… Y esta es la realidad: las palabras no me quieren. Desconfían de mí. Del destino que les doy. No les gusta el papel que les toca desempeñar en mis expresiones. En mis diálogos… No se reconocen a sí mismas…

Y cada día que pasa me encuentro más cansado. Más desmoralizado. Sigo intentado enfrentarme a sus engaños porque no quiero enajenar mis conclusiones. Ni mis argumentos. Porque quiero escribir lo que percibo. Lo que conozco. Lo que comprendo… Quiero acuñar mis oraciones. Encadenarlas… Acabar el relato… con mis palabras. Sudando junto a ellas… Pero es imposible. En mis manos sólo quedan sus huecos. Sus agujeros. Infinitos. Elegantes. Vacíos. Y sólo es el azar quien me sostiene. Quien vigila mis frases. Las defiende. Quien acaba escribiendo el final de cada historia…

Y aquí estoy. En el casino de las palabras. Voy a jugar a la ruleta el final de este relato. He colocado todas mis fichas en el número 11… Igual que tú… Quiero apostar contigo, Guillermina… Gira la bola. Tus ojos y mis ojos se han subido al haiku del anhelo: ‘Once… Impar y negro…’ Estás radiante. Pletórica. Me acerco a darte un beso…, pero me quedo quieto, paralizado, al ver tu guiño alegre, sonriente, al verso bien medido y bien trabado del nuevo crupier del diccionario: mi amigo Luís Alberto… 

Narciuß
26.07.2008
Relatos por palabras

viernes, 18 de mayo de 2012

APENAS UN BLUE

Un relato de 231 palabras
La memoria perdida
se escapa de tu alma,
pero tus alas siguen
soñando las palabras...

Pensé hacerme un haiku y cuando terminé el soneto me di cuenta que era una octava real muy vulgar. No me gustaba. Además no se parecía nada a mi hijo Alberto. ¡Qué fastidio! A mi jefe no le iba a gustar el informe.  Me puse nervioso y empecé a sudar. Llamé a mi mujer para que me ayudara a orinar y el vecino me dijo, con muy mal carácter, por cierto, que mi mujer había muerto hacía diez años y que no usase su paragüero. Era tarde. Hacía calor. Me agobiaba la multitud. Todos me miraban y me hablaban pero yo no conocía a nadie. Me senté a descansar y me quedé dormido. Me desperté cuando estaba encima de un puente. Tenía los pies llenos de sangre y pasaban muchos coches. Una señora muy educada me preguntó: ¿Dónde vive usted? En el hospital me dijeron que mi ADN estaba muy bien pero que no tenían ninguno parecido. Me han puesto unas vendas en los pies y no me quieren dar un lápiz para acabar de escribir mis memorias porque dicen que es un arma muy peligrosa. Es verdad que sí. Las palabras pueden hacer mucho daño. A ver si duermo bien esta noche y mañana llego pronto al colegio y así podré volver a tirarle bolitas de papel a la profesora cuando esté de espaldas, escribiendo poemas japoneses en la pizarra. 

Narciuß
1.01.2008
Relatos por palabras
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